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Estamos muy concienciados para cuidar el medio ambiente en nuestra vida cotidiana: reducimos, reutilizamos, reciclamos; recogemos nuestros residuos, etc. Pero ¿Y en nuestra vida profesional?

Cuando diseñamos en acero hay que elegir, salvo que lo mande alguna característica singular, entre aceros al carbono y aceros inoxidables. Ambos tienen prestaciones resistentes similares, pero el acero inoxidable cuesta varias veces lo que el acero al carbono, lo que suele decantar la elección a este último, así podremos ofrecer un producto más barato con prestaciones suficientes.

Por otro lado, aproximadamente el 10% del acero producido anualmente en el mundo se pierde por corrosión, aunque se puede mitigar este efecto con tratamientos superficiales o con protección catódica. Pero, ¿Merece la pena gastar periódicamente en estos tratamientos? ¿Hemos tenido en cuenta el coste ecológico de esta merma? ¿Hemos tenido en cuenta el coste ecológico de chorrear y pintar varias veces a lo largo de toda la vida útil del diseño? ¿Hemos evaluado el incremento de riesgo estructural por pérdida de espesor?

En particular, en elementos hidromecánicos que van montados en presas, cuya útil puede estar en torno a los 100 años, ¿No sería preferible, en la medida de lo posible, el acero inoxidable al acero al carbono?

Desafortunadamente, ser una administración o empresa ecológica suele ser más costoso que pintar de verde nuestro logotipo.

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